Ilustración por Alejandra Aranda Castro.
Hoy estoy reconstruyendo mi red de apoyo por cuarta vez en los últimos 9 años. Esta vez lo hago en suelo conocido, puesto que estoy de vuelta en mi ciudad natal, Santiago de Chile. Y quiero hacer las cosas a mi manera en esta ocasión. Contactar y conocer gente que me aporte, que me aprecie, que se alinee con lo que pienso y veo hoy.
Mi experiencia y la sabiduría acumulada en mi constante movimiento como mujer expatriada, hacen ahora, que el acto de volver a armar una red de apoyo sea algo intuitivo, natural y fluido. Es que para mí, éste es un recurso vital para nuestra subsistencia cuando nos toca migrar a un nuevo lugar.
La anterior reflexión, es lo opuesto de cómo solía ser para mí antes. Aún recuerdo con vergüenza la primera vez que una mujer me invitó a almorzar para conocernos. Ella fue muy gentil y generosa conmigo. Sin embargo, cuando ella me contó que su papá era un senador en su país de origen, dejé que el miedo y la inseguridad me controlaran y no volví a contactarla. Me perdí así la oportunidad de hacer el primer contacto con alguien significativo en mi nueva ciudad.
Siento que los derroteos de expatriada me han enseñado y me han transformado mucho. Una nueva amiga hace poco me decía algo así como: «me encanta lo diferentes y auténticos que son tú y tu familia». Para mí fue un enorme cumplido. Soy rara, única e irrepetible, producto de miles de kilómetros y vivencias, y me encanta, pues hoy me siento súper cómoda en mi propia piel. En consecuencia ando buscando gente auténtica y diferente. «Misfits», como yo, dígase «gente que no encaja con el paradigma imperante«.
He sido afortunada que a 5 meses de haberme bajado del avión, ya cuento con el apoyo de un grupo de mujeres, algunas nuevas para mí y otras con las que ya había compartido como: Isidora Díaz, quien ha sido mi mentora para que yo escriba este y otros relatos, y Claudia Ortega, quien me está enseñando y ayudando a seguir creciendo desde la sabiduría del yoga y los chakras. Genuinamente me encanta la gente que estoy encontrando, poquito a poco, en esta nueva etapa.
Si algo he aprendido a lo largo de mis años de migrante y de muchas horas en terapia psicológica, y que en esta ocasión me gustaría compartir contigo, es que: Si sientes una sensación agradable y positiva en tu panza (barriga o abdomen) cuando conoces a alguien, hazle caso a esa sensación, sigue tu instinto e invita a esa persona directamente a tomarse un café, té, cerveza o lo que sea para darse ambas la oportunidad de conocerse. Hay que actuar cuando el cuerpo así te lo dice.

“Soy rara, única e irrepetible, producto de miles de kilómetros y vivencias, y me encanta, pues hoy me siento súper cómoda en mi propia piel. En consecuencia ando buscando gente auténtica y diferente. «Misfits», como yo, dígase «gente que no encaja con el paradigma imperante«.
Más aún he descubierto que cuando soy honesta y me muestro tal como soy con mis lados fuertes y vulnerables, con mis heridas sanadas y las que no, quienes voy conociendo bajan a su vez sus barreras y se muestran a su vez cómo realmente son. En palabras de la autora Rebecca Campbell: “Entre más honestamente compartas tu voz y abraces tu rareza, más fácil será para que tus ‘hermanas’ te encuentren”.
Otra amiga que conocí recientemente, pero que había estado en mi radar desde hace 16 años, me dijo que le sorprendía mi valentía de invitarla a tomar un café a tan sólo minutos de habernos conocido en persona. Ella me comentó que sentía que se había perdido varias oportunidades de conocer gente extraordinaria por no haberse atrevido a hacer algo al respecto.
Personalmente ya no tengo vergüenza ni miedo de conocer gente nueva. Al contrario, me fascina. Sobre todo si mi vocecita interior me dice «¡dale!». Sé de buena fe que hay una razón por la cual tengo que conocer a esa persona, esté consciente de ello o no. Ahora confío en mi intuición, ya que sé cuándo me está hablando y simplemente actuó, doy el zarpazo e invito a la persona en cuestión a conocernos más. Estoy muy agradecida de que hasta la fecha, el haberle hecho caso a mis instintos, me haya dado la oportunidad de poder hacer nuevos amigos.
Es por esta razón que decidí escribir este artículo, para compartir con ustedes algunos consejos que he aprendido en mi ruta como mujer expatriada. Lo primero, decirte que ya sea que estés comenzando tu vida en una nueva ciudad o país; o estés de vuelta como yo en tu propio país, los consejos son los mismos:
Nº1: Darse la oportunidad de conocer gente nueva siempre es una inversión que vale la pena hacer.
Nº 2: Escuchar las señales subterráneas de nuestro propio cuerpo nos ayudan a conocer a las personas adecuadas para nuestra etapa actual.
Nº 3: Al mostrarle al mundo quien realmente eres nos permite atraer a la gente de “tu tribu” hacia tí.
Es así, querida mujer expatriada, que sinceramente te deseo la mejor de las suertes en esta nueva etapa en el extranjero. Espero que conozcas personas compasivas, generosas e interesantes, quienes a su vez te ayuden a disfrutar más intensa y positivamente de ti misma y de tu vida en el extranjero.
