Ilustración por Alejandra Aranda Castro.
Si sientes que tienes algo que te molesta en la garganta ¡aprovecha! Es tu momento para practicar tu neerlandés y gozar de una pronunciación casi perfecta.
Llegué a Los Países Bajos con la utópica idea de que en un año estaría hablando el idioma, y en quizás dos ya me sentiría más cómoda expresándome, hoy miro atrás y pienso: “que ternura de mujer”.
“Vijf broden” me decía el panadero cada vez que yo pedía comprar cinco panes en inglés, me daba la bolsa, yo pagaba y le daba gracias en un holandés precario, pero ese día tomó un pan y me dijo “brood”, con un tono seco y lo suficientemente fuerte para que yo entendiera la palabra, me miró fijo, levantó la ceja y entendí que debía repetir, “brood” le dije, “heel goed” dijo él. “Nu, vijf broden”, mientras ponía los cinco panes en la bolsa, yo esperaba tranquilamente a que me entregara mis cinco pancitos, recién horneados con los que iba a desayunar, tal como lo hacía todos los días, pero no lo hizo, levantó la bolsa y dijo: “Vijf broden”, y yo pensé ¡diablos, imagino que no quiere que repita… Esto es holandés avanzado, yo solo se decir “dankjewel” y ¡con esfuerzo! A ver, a ver, a ver, mejor lo digo o no comeré, sentido de supervivencia activado: ¡“Vijf broden”!
“Vijf broden, goed”, me contestó, me entregó la bolsa, y por fin pagué , “fijne dag” escuché, “dankjewel” dije yo, y el panadero hizo un gesto con la mano, como despidiéndose, algo hosco pero con la gentileza de una persona que, sin duda, intenta ayudar. Desde ese día nunca más compré cinco panes, solo compré “vijf broden” y luego “Mag ik graag vijf broden kopen?” (¿Podría comprar cinco panes?)
Los días pasaron y sumaron cuatro años sin hablar neerlandés, la fluidez ya ni siquiera es una meta, es más hoy me felicito si he logrado traducir y entender la traducción, ya que son dos cosas diametralmente distintas, de las diferentes informaciones que recibo. El neerlandés no es dócil incluso para traducirlo.
Es digno de mi propia admiración el no perderme ningún aviso escolar en mi rol de madre, entender todo lo necesario del mundo doméstico en mi rol de dueña de casa, y enfrentarme al universo de los impuestos en mi rol de emprendedora con mi tienda online. Casi de mirarme al espejo y felicitarme.
Cada tanto tengo la fantasía de poder comprar un dispositivo, que se vea a simple vista como un aro, y que con sólo usarlo te haga poder comprender y hablar cualquier idioma. ¿Te gustaría tener uno también? Es que no tan sólo tendrías el super poder de hablar distintas lenguas sino que además enriquecerías tu “look”, la perfección hecha objeto.
Es fatídico internalizar que tu cerebro ya no es lo flexible que solía ser, algo que continuamente te recuerdan tus propios pequeños clones bilingües, que revolotean a tu alrededor pavoneando sus cerebros elásticos, adaptables, dotados con una capacidad de aprendizaje que sólo los niños y niñas tienen. Esos mismos que te hicieron flotar de orgullo al escucharlos alcanzar la fluidez en un nuevo idioma, en tiempo récord, y hoy practican y logran comprender, casi como algo natural y sólo porque lo escuchan a diario, un tercer idioma. ¡Ídolos!

“Llegué a Los Países Bajos con la utópica idea de que en un año estaría hablando el idioma, y en quizás dos ya me sentiría más cómoda expresándome, hoy miro atrás y pienso: “que ternura de mujer”.
Son esos mismos seres maravillosos, que te dicen: “Pero mamá, ¿no estabas aprendiendo holandés? Entonces, ¿por qué no lo hablas?” ¿En serio? Crueldad en su máxima expresión.
O cuando intento que me ayuden con la pronunciación y no sólo se aburren, al comprender que no doy una, sino que ¡se avergüenzan! ¡Vergüenza de su santa madre!
“Mamá estás diciendo una palabra totalmente distinta a la que se supone que debes repetir”. “¿Pero cómo?” -increpo yo- “estoy repitiendo justamente lo que tú acabas de decir”. Fallo en la agudeza auditiva detectado.
“Mejor habla sólo en inglés, por favor mamá”. Ahh noooo me mató, luego de recoger mi humanidad dañada, me reincorporo (todo en un microsegundo, claramente) y salta a escena la madre que ve una oportunidad de aprendizaje y dice: “¿Sabes? Es altamente probable que nunca logre hablar bien, que ciertamente tenga un marcado acento, pero mientras vivamos en Holanda seguiré intentándolo, vergüenza deberíamos sentir si les hiciera caso y dejara de intentarlo”.
“Ok”, me dice el mayor, alargando esa pequeña palabra, la pequeña me mira con ojos muy abiertos, sin saber exactamente qué decir, que para ser justos es la que más paciencia y mejor disposición tiene para enseñarme, y el mayor agrega: “igual es más conveniente que si quieres practicar lo hagas en Holanda y no aquí en Alemania, ellos no hablan holandés mamá, se parece un poco pero no es igual”. Punto para él, andábamos turisteando en territorio vecino, y si se lo están preguntando, también estoy al tanto que no hablan el mismo idioma.
En mi defensa, debo decir que la señora en cuestión, con la que yo me comuniqué en mi nivel -1 de holandés, no hablaba inglés, sin embargo, nos caímos en total gracia y yo logré comprar los helados para toda mi familia, en los sabores que ellos querían (podría haber optado por lo fácil y todos a disfrutar un helado de chocolate, pero no, hice un esfuerzo y entre palabras y señas lo logré) así que mi respuesta fue: “¿está bueno tu helado?” – “Sí, gracias mamá”, me respondió. “Pues agradécele a mi excelente holandés”, le dije yo.
Sigo sin poder decir muchas cosas en neerlandés, pero ésta sí la aprendí: “Ik spreek geen Nederlands, maar ik spreek Spaans en Engels” (“No hablo neerlandés, pero sí español e inglés”)
