Esta claro que la mayoría de las mujeres tienen esa capacidad de pensar en todos los detalles de la vida diaria. Y estoy segura de que muchas de las expatriadas no dejaron ningún pormenor sin resolver cuando les llegó el momento de emigrar. Se aseguraron de dejar la vajilla bien envuelta en casa de algún familiar, le explicaron al vecino como cuidar de las plantas que le regalaron, incluso hicieron hasta lo imposible por vender todos los artículos de bebé que tenían en la bodega. Pero se olvidaron de lo más importante ¿cómo trabajarían ese amor propio en el nuevo país?
Cuando sales de tu país vas con la convicción de que todo ese nuevo panorama que se vislumbra en el futuro será muchísimo mejor, es obvio, supongo que nadie tomaría la decisión de emigrar sintiendo que esa aventura sería una pésima oportunidad para la familia. Tal vez en esos momentos imaginaste que aprender un nuevo idioma, hacer nuevos amigos o amigas y adaptarte a la ciudad sin una red de apoyo, no serían tareas tan complicadas. Incluso puede que esos desafíos te hayan servido para llenarte de energía, y fue eso mismo lo que te motivó a salir de lo rutinario a ese mundo más atractivo.
Quizás, también te transportaste a un momento difícil de tu vida y te dijiste: “Si pude salir de esa, demás lo logro ahora”. Y yo no dudo de tus capacidades, estoy segura de que puedes afrontar todo lo que venga y terminar con éxito lo que te propongas. Pero lo que no estaba en esos planes fue que el comenzar una aventura en el extranjero significaría empezar absolutamente de cero, y eso uno nunca lo imagina que se transforma en algo tan literal.
Cuando yo me fui a vivir a Alemania en noviembre del 2011, llegué sin saber ninguna palabra de ese idioma, entonces me convertí en una niña que dependía de otra persona, mi esposo, para hacer de todo; y cuando digo de todo también me refiero a que los primeros meses lo necesité hasta para ir a comprar un café. Había pasado de ser esa mujer autónoma, libre e independiente a ser una mujer que no se sentía capaz ni de hacer hasta lo más simple por temor a sentirse tonta.
¿Pero cómo iba a saber yo que dentro de esa planificación de mudanza en Chile también tuve que haber pensando en cómo iba a mudar mi piel? Porque esa Alejandra que se había construido en un lugar en donde ya sabía los códigos básicos para poder desenvolverse en su país y ciudad, no servirían para manejar las “mismas situaciones” en otro lugar del globo. Y es que nadie lo sabe, es más, nadie sabe lo que pasará mañana. Esta pandemia se encargó de dejarlo muy en claro.

Ahora la invitación que te hago, es a que abraces esos valores porque eso eres tú, esa es tu esencia, recuerda que lo material y lo profesional no nos define como mujer.
Uno tiende a comparar el presente con lo que éramos en nuestros países, y ahí está el error, porque ya no somos las mismas.
Durante estos últimos meses he ido entiendo mi expatriación, y me he dado cuenta de que el trabajo de adaptación que tiene la mujer expatriada no sólo está en aprender a desenvolverse en los asuntos prácticos o laborales en el nuevo país; sino que va más allá, hasta llegar al interior. Es descubrir los valores e ideales que empacaste antes de salir, es una invitación a abrir nuevamente esa caja para observar si lo que está ahí adentro sirve para decorar tu nueva casa o mejor dicho tu nueva vida.
Imagínate ahí sentada en el salón de tu nueva casa abriendo la caja que trajiste de tu país, identifica lo que pusiste ahí dentro, y poco a poco anda sacándolo, uno a uno y ponlo todo en el suelo y obsérvalo. Tal vez hay mucha confianza, porque en tu país tenías un buen desempeño laboral y eso te hacía sentir segura de tus capacidades; autoestima porque a pesar de todo te sentías capaz de salir adelante. Ahora la invitación es a que abraces esos valores porque eso eres tú, esa es tu esencia, recuerda que lo material y lo profesional no nos define como mujer. Uno tiende a comparar el presente con lo que éramos en nuestros países, y ahí está el error, porque ya no somos las mismas.
Toma esa confianza y date cuenta de lo que has logrado sin saber el idioma y sin una red de apoyo. Para construir todo lo que tienes sólo se necesita fuerza y esperanza para avanzar y eso eres tú. Mi querida Rocío Sánchez (www.soyrociosanchez.com) Ingeniera de la felicidad que te ayuda a diseñar la vida que quieres, una vez me dijo:
“Conecta con ese amor propio, acepta tu historia, tus sombras y ámate. Sentirte importante y merecedora, es amarte, así tal cual como eres, con esa historia y con esos desafíos”.
Han escuchado esa frase “todo pasa por algo”, pues antes nunca logré encontrar ese “algo”, incluso me enojaba y decía: llevo tres años en Alemania y todavía sigo trabajando como babysitting y limpiando casas, ¿cuál es el sentido de todo esto? Y pues ahora entiendo que esas experiencias me han enseñado a valorar, a entender, que todos los trabajos, por muy “insignificantes” que sean, siempre cumplen un rol fundamental. Y es ahí cuando intento poner en práctica el sistema que creó y me enseñó Rocío, ponerme mis medallas para ver mis grandezas.
“No eres lo que estudiaste, y menos la universidad en la que estudiaste. Tú eres una persona con valores, cualidades y virtudes; así tal cual como eres, eres perfecta. Ponerte medallas te conectará con tu poder interior, y te reconocerás como una mujer valiosa”.
Para mi no ha sido fácil ponerme mis medallas, pero intento todos los días felicitarme por mis logros, que tal vez para la Alejandra que vivía en Chile no habrían sido importantes; pero hoy reconozco que ya no soy la misma, entonces no puedo comparar ambas realidades. Yo decidí salir de mi zona de confort para lanzarme a la aventura de vivir en el extranjero.
Y si este es también tu escenario, te invito a que juntas descubramos cómo surfear esta nueva forma de vida, y en cada paso que vayamos dando no nos juzguemos porque esas son las herramientas y capacidad que en este momento tenemos, y es lo mejor que podemos entregar. Pero sin duda iremos avanzado, quizás como hormiguitas, pero con la convicción de que ese camino nos conectará con nosotras mismas, será una migración completamente distinta, ya que nos llevará al país del amor propio.
Si quieres empezar a poner tus medallas puedes ver el siguiente video de Rocío en donde nos enseña a hacerlo.

Hermoso! Es increíble cómo estar lejos afecta nuestro amor y nuestro valor! 100% fundamental es trabajarlo día a día!
Por eso, me pongo una medalla ✨